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20 abril, 2024
Sandra Sánchez y Damián Quintero, los mejores karatecas de kata del mundo que nos van a dar el oro en Tokio

Sandra Sánchez y Damián Quintero, los mejores karatecas de kata del mundo que nos van a dar el oro en Tokio

Sandra Sánchez y Damián Quintero, los mejores karatecas de kata del mundo que nos van a dar el oro en Tokio

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Sandra Sánchez y Damián Quintero es un tándem sobresaliente que acaricia el sueño olímpico. La disciplina de kata (sin contacto) entró en Tokio 2020 junto a surf, béisbol, escalada y «skate-board». Ambos campeones entrenan una media de seis horas al día.

A Sandra Sánchez (Talavera de la Reina, Toledo, 16 de septiembre de 1981) se le considera la mejor karateca de la historia en la categoría de kata femenino, tras permanecer durante tres años seguidos como líder del ránking mundial y ganar en 2018 el campeonato mundial de kata femenino. Por su parte, Damián Quintero (Buenos Aires, 4 de julio de 1984) es el actual número uno del ránking mundial de la World Karate Federation y único karateca español con 10 títulos continentales. Ambos invitan a Fuera de Serie a presenciar uno de sus entrenamientos en la residencia Joaquín Blume de Madrid, adscrita al Centro de Alto Rendimiento de la capital perteneciente al Consejo Superior de Deportes del Ministerio de Cultura y Deportes de España, y situada en la Ciudad Universitaria. El kata son técnicas preestablecidas donde el juez valora la fuerza, la velocidad, la técnica, el equilibrio… Se trabaja todo. Son posturas, no combate, y el sistema de puntuación es visual. Tanto Sandra como Damián pasan aquí las 24 horas al día, más de seis de ellas entrenando. Los cinturones para distinguir a los dos competidores son rojo y azul. El resto, concentración absoluta. ¿Los resultados? A la vista están.

Desde los cuatro años, el objetivo de Sandra en la vida es llegar a lo más alto en este deporte. Pero para ser la campeona del mundo en kata hay que darlo todo cada día. A los 4 años sus padres la quisieron apuntar a dar clases de baile, mientras que a su hermano Paquito, dos años mayor que ella, le dirigieron al kárate. Enseguida Sandra se dio cuenta de que era lo que a ella le gustaba. Lo que no sabía entonces es que acabaría siendo su forma de vida: su profesión. Llaverito, como la llaman muchos colegas y amigos por su semejanza física con el souvenir de un pequeño karategi -es muy menuda-, vibra con el clamor de las gradas en las competiciones, especialmente cuando le gritan ese apelativo cariñoso. Su entrenador y pareja sentimental, Jesús del Moral, está presente en este encuentro. También entrena a Damián Quintero. Los que le conocen e idolatran dicen que este prestigioso profesor de 48 años es el mejor. Forman un equipo imbatible.

La historia de Damián Quintero comienza en Argentina, donde nació. A los 5 años se trasladó a España con su familia y se instalaron en Torremolinos (Málaga). Y a los 7 años comenzó a practicar kárate en un pequeño gimnasio de esta localidad. No tardó en destacar en la disciplina deportiva. En 1997 ya se proclamó por primera vez Campeón de España, en la categoría infantil. De ahí en adelante sus triunfos no han cesado, sumando un total de 91 medallas. En su tierra, Málaga, se le ha concedido la Estrella del Mérito Deportivo, que ya se encuentra con su nombre en el Paseo de las Estrellas. Para Sandra el kárate es un deporte completo. «Por la disciplina y por los valores que inculca te hace ser mejor persona, porque todo lo que te enseña al final tiene una transferencia en el día a día y en tu forma de ser. Todo lo que vas aprendiendo desde niño va calando en ti. Siempre que me piden consejo para practicar un deporte recomiendo un arte marcial, pero si tengo que elegir me decanto por el kárate», asevera la talaverana. Ella afirma que la disciplina le ha transmitido respeto. «Lo primero que hacemos entre compañeros es saludarnos; lo mismo hacemos entre maestro y alumno. Desde pequeña me han enseñado que tengo que aprender de los que están por encima, pero debo enseñar a los que vienen por abajo. Se crea una empatía; no hay nadie más que nadie, todos aprendemos de todos. No hay niños y niñas, hay karatecas». De Damián, casado con una profesora asturiana, destaca el sacrificio que significa estar separado de su mujer de lunes a sábado, llevando una vida monacal. «A mí me parece un trabajo como otro cualquiera. También hay mucha gente que se levanta a las seis de la mañana para ir a trabajar y ponerse delante de un ordenador. Nos entusiasma lo que hacemos, no supone ningún sacrificio».

Su día a día es rutinario. Entrenan unas seis horas: tres por la mañana y lo mismo por la tarde. Se levantan temprano, desayunan fuerte y el resto del tiempo lo pasan con su fisioterapeuta. En el caso de Damián también cuenta con un psicólogo que le ayuda a potenciar su energía. Sandra no lo necesita porque tiene a su lado las 24 horas del día a Jesús, su entrenador, pareja, psicólogo, amigo… Después de la comida duermen una hora de siesta. «Es fundamental el descanso», destaca Quintero. «Y al final de la jornada tenemos algo de tiempo para ver una serie, leer…».

INICIOS DE LOS CAMPEONES

Sánchez comenzó a competir a los 7 años, pero terminó su carrera de Ciencias del Deporte y se fue a trabajar fuera, por lo que dejó de lado la competición. Cuando regresó a España, donde hay 80.000 federados, y le propusieron que siguiera compitiendo, entonces con 28 años, le pidió a Jesús del Moral que la entrenara pero él se resistía. Sandra no dejó de insistir y lo consiguió.

Pero, ¿qué características debe reunir un karateca? Quintero apunta: «La cabeza fría en ciertos momentos, una forma física estupenda, técnicamente perfecto y puro. Es una filosofía de vida y nos ha inculcado muchos valores: respeto, humildad para ganar y perder. Te empuja a ser mejor».

La emoción que se debe sentir en lo alto del podio compensa tanto esfuerzo y sacrificio. «Son muchas emociones juntas», relata Sandra. «Se mezclan en unos segundos muchos sentimientos. Sientes y tienes en la cabeza todo lo que has pasado para llegar a lo más alto. Cuando estoy en el podio siempre miro a Jesús, mi entrenador, que sufre tanto como nosotros. Te dan ganas de saltar, de reír, de llorar…». El apartado económico es importante. Formar parte de los JJOO desde agosto de 2016 les ha ayudado mucho. Confiesan que antes era imposible vivir como lo hacen ahora que se dedican por completo al deporte. Tenían que compatibilizar con otro trabajo para poder subsistir. Ahora, gracias a patrocinadores, becas y vivir en la Residencia Joaquín Blume están satisfechos. A Sandra le encanta viajar, y en ello se emplea a fondo en cuanto tiene unos días libres. Ha vivido en Australia y en Dubái. «Te enriquece tanto aprender de otras culturas y otras personas que por mí estaría siempre en marcha con la maleta». Este verano, con los JJOO de Tokio a la vista, no habrá tiempo para vacaciones, pero el año pasado pudieron disfrutar de casi un mes. «No aguanto sin entrenar más de una semana. Aunque esté más relajado, tengo que hacer algo de ejercicio, no me resisto», confiesa Quintero. Para Sandra, lo más sobresaliente de Damián es su capacidad de trabajo. «Transmite mucha energía y está al cien por cien en todo lo que hace, y eso arrastra al grupo. Cuando la gente que tienes al lado trabaja fuerte tú la sigues. Los que vienen detrás le ven como lo que es: un ídolo. Es positivo». Damián cuenta que lo mejor de Sandra es su perseverancia. «Nunca se rinde. Por muy duro que sea el muro, siempre lo tiene que romper. Le pasó con su entrenador, y ahora marido. Ha roto barreras infranqueables».

Un apartado importante en estos deportistas de élite es la alimentación, que cuidan mucho, aunque a estas alturas ya se ha convertido en un hábito. Sandra tiene la suerte de que no le gusta el dulce. «La comida que me gusta es sencilla y no tengo que hacer un especial esfuerzo. Soy muy consciente de los beneficios de cuidarse. Somos lo que comemos. La fruta y la verdura me encantan. También como pasta, carne y pescado siempre a la plancha y en el desayuno muchas semillas. Todo esto suma porque si tu cuerpo está bien lo notas mucho en los entrenamientos». Damián conoce mejor que nadie su cuerpo y sabe lo que le sienta peor o mejor. «Tampoco tienes que ser tan estricto. Por tomarte un pastelito pequeño los domingos no pasa nada». La última semana antes de una competición comen más hidratos. «Y después de competir siempre hay regalo», ríe Sandra.

Ninguno demuestra nerviosismo ni miedo ante una competición. El trabajo ya está hecho y salen a disfrutar, a darlo todo sin ansiedades. Tras la prueba, Quintero prefiere no verse: «Hablo con Jesús [que también es su entrenador] y le pregunto por los fallos». No así Sánchez, que reconoce ser más crítica. «Me veo en vídeos, y aún no he visionado ninguno en el que me quede totalmente satisfecha. Siempre pienso que todavía quedan muchas cosas por corregir. Creo que es positivo, porque siempre llegas al día siguiente a entrenar con ganas de seguir mejorando», apunta.

Su próximo gran reto es Tokio 2020, que tendrá lugar entre el 24 de julio y el 9 de agosto. Ambos karatecas van a por el oro. En esfuerzo y dedicación, desde luego, no escatiman.

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